Hoy me he acordado de ti. Una palabra me trajo a ti. Y pensé, ingenuamente, en volver a encontrarte. No es que no te tenga presente, al contrario, te tengo a diario, lo justo para que no me hagan daño mis recuerdos contigo. A veces, los recuerdos son más dolorosos de lo que podemos pensar. El caso es que estás presente aquí conmigo. Y me decepciono pensando que ese reencuentro sólo podrá tener lugar en la imaginación. Una lástima. Un abrazo de esos tuyos no tendría precio en un día de estos cualquiera, como un regalo de cumpleaños que llega tarde y por sorpresa. Qué desencanto adquiere la situación sabiendo que todo se queda a años luz de la realidad. La ilusión llora desilusionada.